Convento de Canedo

(Antiguo pazo de los Sarmiento)

El edificio en el que se encuentra actualmente el Convento de Canedo fue un pazo de la familia Sarmiento, y en el nació Agustina Sarmiento, una de las meninas del universal cuadro de Velázquez. En 1715 fue donado por esta familia a la orden Franciscana, que enseguida comezó las obras de ampliación y remodelación para convertirlo en convento.

La historia de los franciscanos en Ponteareas

La presencia de los franciscanos en el condado se remonta a 1603 con la fundación en la plaza fuerte de Salvaterra de Miño de un convento franciscano fundado y dotado por Diego Sarmiento de Sotomayor. Este cenobio fue destruido en 1642 a causa de las guerras con Portugal. Será necesario esperar a 1715 para que, nuevamente, los franciscanos se hagan presentes en la comarca, ahora en la feligresía de San Miguel de los Canedos. Allí, D. José Francisco Salvador Sarmiento Velasco Isasi, conde de Salvaterra y marqués de Sobroso (entre otros muchos títulos), hizo donación del pazo de Canedo para convertirlo en convento franciscano. En ese mismo año comienzan las obras de ampliación y adaptación del pazo, aunque estas fueron lentas: primero se terminó la iglesia y, luego, se remodeló el pazo para convertirlo en convento. El claustro, muy sencillo y de pequeñas proporciones, fue terminado, según consta en sendas inscripciones, entre 1784 y 1785. Del edificio primitivo, además de la piedra y de algunas paredes, se aprovechó la puerta principal, del siglo XVI, que sirve todavía hoy de entrada a la casa conventual, y algunos de los escudos que capean en sus muros. Aunque las obras todavía no finalizaran, en 1752 ya contaba Canedo con 19 frailes sacerdotes y 4 legos. En septiembre de 1835, los religiosos deben abandonar este convento con la decisión gubernamental de exclaustración y desamortización de los bienes eclesiásticos (la conocida como Desamortización de Mendizábal). Expulsados los religiosos, el gobierno procede a incautarse del inmueble y huerta conventual, convirtiéndolos en bienes nacionales para su posterior venta. Así, en 1841, se procede a su venta: la huerta por un precio de 41.200 reales, el bosque por 32.640 reales y el monte frontal situado bajo el atrio de la iglesia, en 1100. Todo fue adquirido por D. Severo Pesqueiras, el cual sigue dedicando la huerta a las labores agrícolas, mientras que años más tarde vende la parte frontal del atrio a varios particulares de Canedo. La casa convento, en cambio, va a sufrir el abandono, acrecentado por su desocupación. Fue adquirida en 1870 por D. José Parames, en 4500 escudos, quien a su vez lo vende por el mismo precio a D. Severo Pesqueiras en 1872. Por aquellos mismos años, a la vista de la ruina de este conjunto conventual, la Comisión de Fiestas del Santo Cristo de los Afligidos decide retejar la iglesia en 1880, gastando 1.040 reales. En 1893, tras la restauración de la provincia franciscana de Santiago, se siente la necesidad de buscar una casa para el noviciado, siendo el encargado P. Marquina, Comisario Provincial. Tras un ofrecimiento por parte del propietario en 1893 y tras una serie de misivas, se llega a la compra en 1895, siendo el precio muy bajo por el interés que tenia el Sr. Pesqueiras en que los franciscanos residiesen en Canedo, nuevamente. El monto total de la compra fue de 15000 pts. Realizada la compra, los franciscanos, después de 69 años de forzosa ausencia, regresan a Canedo. A su llegada sólo encuentran un montón de ruinas y así, en diciembre de 1815, son enviados para iniciar las obras de restauración, Fr. Manuel Fernández y el Hº Ambrosio Polo, y el 5 de febreiro de 1896 llega como primero presidente el P. Eugenio Campo. Esta labor de restauración se completa y el 19 de septiembre de 1897 se realiza la solemne inauguración. Una vez restaurado el convento, este se vuelve a convertir en foco de espiritualidad para la zona del Condado. La presencia franciscana fue sentida con intensidad por los vecinos de Ponteareas, que en 1997, a través de la Corporación Municipal, acuerdan concederle la Medalla de Oro del municipio al Convento de San Diego de Canedo.

CONVENTO DE CANEDO

El edificio conventual

La configuración del edificio conventual data fundamentalmente del siglo XVIII, aunque la presencia de los escudos de los Sarmiento en las paredes S-O, parezcan indicarnos mayor antigüedad. Estos escudos datan todos ellos del siglo XVIII y fueron colocados en las paredes conventuales por mención expresa de la escritura de donación, cláusula que manda colocar en esta pared o otra que se realice a expensas del conde o de sus sucesores, el escudo de la casa. La ordenación del edificio conventual gira en torno al claustro central que sirve de eje, en la primera edificación, la totalidad de la morada destinada a los frailes construida de simple mampostería, salvo el claustro central, y aprovechando los restos del antiguo pazo condal. Restos de la antigua edificación aparecen en la fachada principal; aparecen los restos de las almenas del pazo en las jambas de las ventanas, en número de seis, observables a simple vista. No obstante podemos aventurar que perviven algunos restos de la construcción palaciega, reducidas a los alierces y primer alzado de la fachada meridional y concretados en las ventanas tipo saetera; parte del piso bajo y bodega en la occidental, así como el mirador semicircular incluido en el muro de cierre de las posesiones conventuales. Esta construcción fue la recibida por los franciscanos en 1715 para, a partir de aquí, iniciarse la construcción del cuadrado en torno al claustro central que sirve de eje a la edificación conventual. La construcción data, segun las fechas que se encuentran en los paños este y sur de las paredes claustrales, de finales del siglo XVIII; 1783, respectivamente, lo que nos viene a confirmar que la iglesia en un principio se construyó exenta del edificio conventual. La configuración actual del edificio data de finales del siglo XIX en el que se construye y alarga hacia el este el ala norte, dándole más anchura, al mismo tiempo que se alarga. La obra se inicia en el año 1896 para ampliar su capacidad, ya que se pensó en el convento como casa de noviciado. En el piso superior se instalan los cuartos del noviciado y en el bajo se dejó un gran espacio para cátedra o sala de estudio.

La iglesa

Es una sólida construcción, situada al Este del edificio conventual, sobre planta de cruz latina, cuya construcción se llevó a cabo durante el siglo XVIII sin poder determinar con certeza la fecha de su terminación. El estilo de la iglesia no está muy definido pero podemos definirlo como un barroco sobrio mezclado con elementos neoclásicos de gran robustez y armonía de proporciones. La fachada está presidida por una imagen pétrea de su santo patrón, San Diego de Alcalá,ye flanqueada por dos escudos que no llegaron a terminarse, posiblemente el de la Orden Franciscana y el de los Sarmiento. Existe uno en la fachada pero por su construcción parece ser un añadido. Estaba proyectada la iglesia para llevar dos torres, pero solamente se terminó la situada a la izquierda de la puerta de la entrada, siguiendo la construcción típica gallega. La iglesia es de planta de cruz latina y tres naves, inscritas en un rectángulo, donde destaca la central con cubierta de bóveda de aristas cuadripartitas. Las naves laterales, divididas por pilastras y abiertas a la central, parten del crucero interrumpiéndose a la altura del coro debido a las bases sobre las que se elevan las torres; se encuentran cubiertas por pequeñas bóvedas de cañón perpendiculares a la central, tanto en el piso inferior como en la galería superior por la que entra la iluminación a la nave central a través de las 5 ventanas insertas en el muro. En el crucero de la iglesia destaca la gran cúpula construida sobre pechinas. En el exterior se manifiesta como un gran cuadrado del que sobresae la linterna central que ilumina el crucero, así como las cuatro pilastras, situadas en los respectivos ángulos que fueron suprimidos en la etapa restauradora. La iglesia posee una gran puerta central de acceso para los fieles y tres laterales: una a la altura de la mitad de la nave central que comunica la iglesia con el claustro conventual, y dos situados en el crucero, al lado de la epístola, por la que accedía el Conde de Salvatierra a los oficios y la otra al lado del Evangelio, en el altar mayor, que comunicaba con la sacristía. Estas últimas fueron tapiadas y, a raíz de la restauración, el altar se separa de la pared y se abre una puerta en la cabecera del presbiterio, oculta tras el altar, que comunica con la nueva sacristía situada en la parte de atrás del presbiterio. En el tramo final de la nave central se encuentran el coro, pieza arquitectónica de calidad, por la forma en que está construido: sobre bóveda de aristas pero muy poco peraltada. El coro se cierra a la iglesia por una robusta balaustrada de piedra que recorre el coro y la galería superior.